sábado, 28 de junio de 2008

La crisis del PP

La crisis en el Partido Popular ha sido larga e importante. Después de 100 días de trifulcas internas, de enfrentamientos y de deslealtades, el congreso ha concedido una tregua entre los "marianistas" y los "críticos". Lo peor ha sido sin duda, la imagen lamentable que han dado algunos de sus dirigentes. El incidente con María San Gil demuestra que en el centro-derecha español algo se está moviendo. Porque el independentismo es un fenómeno que existe, y que no desaparecerá. La actitud intransigente del PP no ayuda a frenar al nacionalismo. Y si este partido quiere volver al gobierno, debe volver al centrismo de la legislatura 1996-2000, en la que gobernó con los nacionalistas de CIU y PNV. La propuesta de reforma de la constitución de Vidal Quadrás no parece realista, aunque tiene algún punto interesante. Estamos de acuerdo en que hay que frenar el proceso de secesión del País Vasco y Cataluña, pero no se puede retroceder en el modelo autonómico. Este congreso ha servido para enterrar el "aznarismo", un modo de hacer político personalista basado en la personalidad política de José María Aznar. La actitud del ex presidente con Rajoy, el sucesor al que él mismo nombró es delirante. Ahora parece arrepentirse de su nombramiento y su distanciamiento es total. La soberbia de Aznar es infinita y se cree con el derecho a seguir marcando la línea a seguir en el partido. Rajoy ha salido fortalecido del congreso. A pesar de los malos momentos, de las críticas, de las ambiciones de Costa y de Esperanza Aguirre, ha conseguido el 84% de los votos. En la dirección del partido ha excluído a sus críticos, lo cual resta cohesión al partido. Pero lo más importante del congreso es que el PP vuelve a girar hacia el centro, un lugar que nunca debió abandonar. Atrás queda esa oposición radical y escorada hacia la derecha basada en el ultranacionalismo español, el cuestionamiento de la autoría del 11-M, la oposición radical a la legítima negociación con ETA así como al Estatuto de Cataluña. Los resultados electorales demostraron que los españoles no quieren crispación sino colaboración entre los dos grandes partidos en cuestiones de Estado, para afrontar retos como la crisis económica. De momento Rajoy ha elegido el buen camino rodeado de nuevas caras como María Dolores de Cospedal o Soraya Saénz de Santamaría, y apoyado por los dirigentes autonómicos de su partido como Arenas o Camps u otros como el centrista Gallardón. Hasta 2011 Rajoy tiene tiempo para consolidarse o no. Dependerá de los resultados de los próximos comicios. En ese año habrá otro congreso. Pronostico que entonces Rajoy deberá medirse con Camps, Aguirre o Gallardón para dirigir el partido y ser el candidato a las elecciones generales de 2012. Si hay un nuevo candidato, quizás tenga más posibilidades de ganar a Zapatero. El tiempo lo dirá.

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